Mandinga abrime la puerta

Gracias a Anavi, de Almacén La Candelaria, estoy escuchando a Cafrune. Qué tipazo.
El era un cantor más que compositor,pero creo que sin su voz éstas canciones pierden como la mitad, digamos.
Y hay una en especial, Mandinga abrime la puerta, que me hace quedar quieto, como los perros cuando miran un salame o cuando yo miro un salamito.
Me hizo acordar a un libro que me atrapó cuando era chico. Las mil y una noches argentinas se intitulaba.No dice nada y tampoco era de alto vuelo, pero me hizo pasar incontables horas de diversión. Era como Las mil y una noches pero en criollo. Había reyes, enanos, magia, hechizos y embrujos, bestias fantásticas, princesas, mozos que se echaban a caminar el mundo con DOS pares de alpargatas y después de pasar durísimas pruebas, más que nada de viveza criolla, se hacían príncipes o reyes y todo esto en la infinita Pampa Argentina señores.
También había cuentos sobre paisanos que vendían su alma al maligno y vestían de negro, pañuelo al cuello, chambergo, chaleco,y con adornos de plata, que un día se arrepentían por amor a su hijita y buscaban de romper el contrato y en virtud de la magnitud y sinceridad de su arrepentimiento lo lograban o no.
Negro Triángulo, Negro Triángulo, Negro Triángulo! Eso había que gritar, en noche de plenilunio y de espaldas a la Salamanca para invocar al enemigo. Están avisados.
Uno de los mozos en viaje iniciático, logra escaparse con su doncella de una casa embrujada de una manera muy astuta. Como la madrastra de la niña cada hora de la noche se acercaba y la llamaba, para ver si seguía prisionera, el tipo hace 7 agujeritos con su cuchiíto en el piso de madera y deja un poco de saliva en cada uno, así cuando llamara la vieja la saliva respondería. Pero la saliva se seca!
En fin, creo que estaba tan enfermo con ese libro sin tapas, que vino la inquisición y me lo tiró.
Y por ahí un poco tarde ya, porque a ese contrato ya le había puesto la firma.

Aca está!!!