Orión.

Habitualmente a las 6:15 am salgo al patio para buscar la bicicleta guardada en la casilla del fondo y evalúo la condición metereológica en esos breves 30-45 segundos. Lo normal es que el cielo esté gris y que cierto tipo de una infinita variedad de precipitaciones se esté desarrollando en ese momento. La excepción es el buen tiempo.
Pero hoy por primera vez en meses estaba muy oscuro, era todavía de noche y la media Luna mordía una ola enorme de nubes negras que se le venían encima por el sur y Orión la soportaba con una mano, tachonando el tapiz negro del cielo con su furia de diamantes.
El resto disperso de estrellas huía en desbandada y de golpe me acordé que tenía que volver a transitar el suelo como un insignificante gusano sin firmamento.

Y eso.

Alguien mostró una foto de un objeto hermoso y antiguo, un martillo gastado pero en buen estado todavía y otro comentó que él tenía también un martillo de su bisabuelo que todavía seguía funcionando y que solamente había sido necesario cambiarle el mango ocho veces y la cabeza, dos.

No tengo muchos objetos antiguos heredados, pero estoy haciendo pasado con los nuevos.

Y algún día el Sol devorará a la Tierra.

Todo en los niños es chicoscópico, el insecto, el bicho, el monstruo invisible que no cabe en el ropero. El límite del peligro en un radio de cinco, seis metros, una burbuja que es necesario explicar y revisar y empujar sus paredes todos los días hasta que la burbuja sea el universo.

Hay que comprar plata para comprar juguetes.

Danger Mouse es muy bueno, el humor es casi Monty Pythonesco, Lo que cuesta al ver viejos dibujitos animados es adaptarse a las voces originales.

Y paren un poco que se van a romper la cabeza, terminan en el hospital y les ponen la cabeza de otro.

Y eso.