Dos cositas.

1) Resulta que estando yo en el laburo agarra un colega y viene y me pregunta, me urge, me pide si le puedo enseñar a hacer un barquito de papel ya que su hijo se lo pide y él no se acuerda de nada. Agarro una hoja y empiezo la lección, pero entonces se acercan dos colegas más, curiosos, y me piden que también les enseñe que uno siempre quiso saber y el otro también para el pibe mio, vió.  Y lo hago y luego les digo que vayais y desparramad la buena nueva de que un nuevo maestro de la papiroflexia ha llegado y se retiran y van y hacen maravillas en mi nombre.
De yapa les enseño el sombrero de San Martín pero lo tienen que extrapolar a través de Napoleón.

2) Mañana salimos para Argentina. Al principio yo no iba a ir pero a medida que se acercaba el día me imaginaba el momento desgarrador de la separación, como Magneto siendo separado de su madre, y agarré y me compré un pasaje y voy con mi hijo para enseñarle la vía, la vuelta, el río, el hornero, el asado, la hormiga culona, el alfajor de maizena, la vida y obra de Evaristo Monti, Hugo Mario Melo, Suriani, los santos Molfino y Vidaña y cómo sobrevivir la struggle for life junto al río más largo, más ancho, más profundo del mundo, el Paraná. 

3) Chau.



Realidad aumentada.

1) Me da la impresión de que la vida es más graciosa que yo.

2) No hay nada como agarrar una laptop vieja, sucia, estropeada, reformatearla, ponerle un sistema operativo obsoleto y jugar al buscaminas, navegar en Netscape, buscar en Altavista, instalar el ICQ, rescatar una cuenta con un nick de rimbombante tono adolescente y contactar a alguien del otro lado del mundo que ya no está pero parece.

3) Y vide como los hijos de un compañero visitábanlo en el trabajo y me vide en la misma circunstancia, mi hijo preguntando en qué consistiera mi trabajo y al no saber que decirle diome como verguenza. Asi que todos los días me pongo ropa de trabajo ombú, zapatos negros con puntera y almuerzo sanguche de cáscara de mortadela y meto las manos en un tarro de aceite usada y me revuelco sobre un colchón de virutas y vuelvo a casa escupiendo mocos negros de carbón, las manos lastimadas, la espalda doblada por las horas de escritorio pero luciendo como un lomo azotado por el noble sudor del trabajo.

4) Escribo por primera vez este blogs con lentes puestos. Es necesario corregir la hipermetropía que me afecta, que es sólo una medida de le entropía del ojo humano, tanto como los pelos blancos en el mentón. Aquí entre nos prefiero llamarla humildemente supermetropía.
Es un tipo de lente como el de una lupa, aumenta un montón y veo de cerca como en alta definición por primera vez en un par de años, ya no tengo que alejar el frasco para ver las letras chiquitas y, en caso de naufragio, puedo usar mis nuevas gafas para comenzar un fuego salvador con los restos de maderas encontradas, pasar la noche en el límite entre la playa y la vegetación, entre el mar y el cielo poblado de galaxias, viendo la cabellera encrespada de las olas rompiendo en la barrea de coral y temiendo a los monstruos de la imaginación del hombre, los del fondo del agua, los de la profundidad del bosque, los que respiran sobre tu cuerpo agonizante y tu sangre fresca escapando a borbotones.