30 años

Cuando empecé con los primeros síntomas de lo que luego seria una hernia de disco, empecé también a tener una introducción al sistema de medicina irlandés. Primero, ante todo, hay que ir a un médico clínico llamado GP (yi-pi) por General Practitioner o de Ramos Generales, el cual realiza una primer prognosis y si lo puede resolver in situ lo hace y si no, lo intenta igual, total. El tema es que si no se puede te deriva a un especialista.
Para los argentinos tal cosa es inaudita y bastante rara, porque si uno quiere ir a un especialista va así sin más y listo, pero acá no, primero el GP.
Asi que arrastrándome fuí a uno cerca de casa y resultó ser un viejito pequeño y de modales harto delicados, mirada azul y franca, cabeza alta y cuadrada y un despelote de pelo blanco y fino en cantidades envidiables por la edad.
Esta gente siempre y tal vez por suerte, te pregunta de donde sos, y este hombre no fué la excepción. Esperó un poco a que explicara mi problema y después me hizo la gran pregunta. Por experiencia digo que los viejos saben más de Argentina que los jóvenes, y no en el sentido de saber quién es Maradona sino que saben de nuestra historia y de los vínculos que nos unen, que son más de los que unos sospecharía.
Así que hablando un poquito de la enfermedad y otro del Almirante Brown, y otro poco de las Malvinas me preguntó adónde vivía. Mi dirección en ese entonces era 27 Cathal Brugha Street. El médico me miró y me preguntó si sabía quién había sido ese hombre, le dije que sólo sabia que era un héroe del levantamiento de Pascua de 1916. Satisfecho me dijo, si, y además estaba loco. Hizo un gesto como de sostener un ametralladora, loco, loco, estaba. Mi hermano estuvo ahí, agregó y se dedicó a recetarme los anti-inflamatorios en silencio
Me fuí saludándolo lo más efusivamente posible, como para remarcar que había disfrutado del encuentro.
Más tarde averigué quién había sido y qué había hecho Cathal Brugha. El tipo terminó el levantamiento con heridas de granada y catorce balazos de ametrelladadora (si, catorce), sobrevivió a esto pese a todo y después, cuando se desató la guerra civil, peleó del lado de los que no querían el tratado Anglo-Irlandés.
Esto dijo Don Brugha:

Si nuestra última bala hubiera sido disparada, nuestro último penique gastado y nuestro último hombre yaciera allí en suelo rodeado de enemigos con sus bayonetas prontas a ser clavadas en su cuerpo, ese hombre debiera contestar –fiel a la tradición que le fue legada– si se le preguntara “Entonces, te unirás a nuestro Imperio?”, debería decir, “No, no lo haré”.

Esta manera de pensar no le costó la vida, sino que dió su vida por sostener estas palabras, porque jamás se rindió y sólo lo pudieron atrapar herido de muerte.
Un amigo irlandés me decía que todavía hay gente que se siente dividida por esa corta y sangrienta guerra civil y hoy, siendo domingo de Pascua y después de 30 años de no realizarse una conmemoración pública, habrá un desfile y un acto oficial en Dublín.
La idea principal, supongo, será anteponer el recuerdo del sacrificio del Levantamiento antes que la posterior guerra y la herencia recogida por el I.R.A en Irlanda del Norte que hace pocos meses dio un paso más hacia la culminación de las hostilidades con el desarme de su arsenal.
Vamos a ver qué pasa, si ahora que está todo bien y se han empezado a cerrar las heridas hay voluntad de paz o, por el contrario, el daño ha sido tan profundo que aún lleve un par de años mas para poder terminar la lucha.
A veces estas cosas son demasiado complicadas como entenderlas desde un perspectiva individual. Sería como pretender sentarse a ver la culminación del proceso de formación de los Andes.
Tal vez no esté terminado el proceso, quién sabe. Lo que sí, si todavía no, entonces qué nos queda a nosotros con el tema del golpe; por lo menos restaría saber que nos queda toda la eternidad para resolver ciertos asuntillos con ciertos individuos.
O como dicen que dijo Mao cuando le preguntaron por la Revolución Francesa: es muy pronto para opinar.