El poder de los sueños

Introducción:

Cierta vez, en un paseo familiar en el río, uno de nosotros se encontró con las páginas sueltas de un libro intitulado "El poder de los sueños". Al abrir dos hojas para consultar su fantástico interior se encontró con una enorme y marrón mancha que explicaba, sin dudas, cual había sido la causa del destripamiento apresurado del volumen.
Desde entonces huelo muy bien los libros antres de abrirlos, y tampoco creo en la ciencia de la interpretacíon de los sueños.

I) Yo no creo, ya dije, en nada de esas porquerías esotéricas. Pero anoche soñé que nos encontrábamos como antaño en la casa de un amigo a comer asado. Es uno de esos amigos que un día dejás de ver no sabés bien por qué pero estoy seguro de que un día te vas a reencontrar y te vas a saludar con un qué hacés, boludo, y él replicará con la misma fórmula inmortal, qué hacés, boludo.
Bueno, recién me informaron fuentes oficiales en mis oficinas de la Fundación Río Paraná (sin fines de lucro), que hoy nació su segundo hijo que se llamará Luciano. Para rizar el rizo jugaría el número de la fecha a la cabeza en la Lotería de Belfast pero no existe, así que nada.
Fiel a mi estilo escéptico proclamo: bienvenido al mundo y mirá vos qué casualidad, che.
Que siga naciendo gente, a ver si refrescamos esta camada que salió medio falluta.

II) Mi hermano y yo somos como gemelos, nos llevamos 11 meses. Si. Así que a partir de ayer los dos tenemos la misma edad por un mes. Somos como unos dioses romanos, superhéroes cósmicos, una aberración magnética en el mapa de la existencia. Algo así.

III) También, anoche, soñé con Marta Minujín. Interprétenme esa.

IV) Un aforismo: Peor que perder a un amigo es encontrarlo cambiado y no para salir.