Datos para la charla en la cena de la embajada.

Hace un tiempo me recetaron para el dolor de garganta un trago llamado hot whisky. La receta es muy fácil: una medida de whisky JuggernautUltraHighlander 40000, una rodaja de limón con 3-4 clavos de olor incrustados y un generosa medida de agua caliente hasta llenar el vaso. Después del tercero ya no te importa nada, ni la garganta, ni el frío, ni los ingleses.
Pero el éxito del trago no reside particularmente en su componente alcohólico. Más clavo de olor se le pone, mejor sienta, aunque tampoco hay que pasarse. Alguien me hizo morder un clavo de olor para que notara sus propiedades anestésicas; los labios y la lengua se durmieron adonde había mordido el delicado brote momificado. Y como todo buen aroma me hizo acordar a algo.... al consultorio del dentista.
Desde entonces me he preguntado si la relación iba más alla de la coincidencia aromática y hoy, como siempre y sin querer (mejor así) me topé con la definición de eugenol en el diccionario.
Basicamente el eugenol está presente en el clavo de olor y es utilizado, entre otras muchas cosas, como antiséptico y anestésico.
El nombre deriva de Eugenia, nombre taxonómico del árbol del clavo de olor, en honor al Príncipe Eugenio de Savoya que usaba esas pelucas japi-japi llena de talco y piojos mientras se despachaba los días asediando fortalezas.
Se podría escribir muchísimo más sobre el clavo de olor pero eso lo dejo ya a la discreción de los estimados lectores y a la intensidad de sus impulsos nacidos de las respectivas curiosidades subyacentes.
Cordiales saludos al Vicecónsul Honorario de Janitoria y a su señora esposa, la bocadito Duquesa de Badmington.