Un viaje


Partimos hacia poniente para circunnavegar la isla así llamada también Hibernia y la mayor y más conocida por nuestras gentes, sabios y poetas que es la de Inglaterra. Hacia naciente, al fin, luego de un par de días de navegación sin problemas arribamos a tierra de Francos y pudimos, con fines absolutamente logísticos, remontar el río que llaman Sena para acomodarnos en otra nave al fin más grande y preparada para el trecho final que nos llevaría al puerto de la ciudad serena. De su ciudad capital Lutecia guardo imágenes indelebles en mi memoria y me maravillo al recordar la cantidad y el tamaño de sus edificios, la voz y el carácter de sus gentes y, obedeciendo a mi interés profesional, la intensidad del comercio que desempeñan junto a los barcos que llegan de todas partes con su variopintas tripulaciones, banderas, cargas, costumbres y lenguas. Afortunadamente tuvimos más días de bonanza y vientos favorables que de aquellos para recordar desde el horror, y nuestro capitán nos decía con su acento ampuloso que le imponía al italiano aprendido de tanto contar,sumar y discutir que estuviéramos siempre alerta por si en el horizonte aparecieran naves turcas dispuestas siempre a capturar una buena partida de cristianos para su mercado de esclavos. No pude menos que pensar en aquellos desdicachos bárbaros adoradores del falso profeta Mahoma a quienes pude ver en más de una ocasión empuñar los remos de inmumerables galeras de los reinos cristianos y sentí miedo al imaginarme en su lugar, mi libertad por siempre maltrecha y obligado a renegar de mi fé a cambio de conserver lo poco que me quedara de vida. Pero soy sin embargo un hombre racional que ve en todos los hombres la llama divina y reniega por tanto la noción de la esclavitud y que atribuye el valor de meras justificaciones vacuas las razones de religión aducidas. Que llegue pronto el día, pedí en mis oraciones más de una vez durante el viaje, en el que el hombre no sea víctima del hombre y que su libertar no dependa de la decision de otros quienes lo despojan de su condición por un arbitrario motivo del momento, hoy la fé y mañana, no lo sé, tal vez el color de la piel o la voz con que describe el mundo. Sumergido en estas cavilaciones fuí sorprendido por la voz del vigía que anunciaba nuestra proximidad a la ciudad de Venecia. Pero poco pude disfrutar de la vista, el capitán desvió el rumbo hacia poniente una vez más y buscó otro puerto más pequeño sobre la costa tomando un par de horas para descifrar la intrincada red de canales entre los pantanos y bajíos. Lo ayudaba un práctico, un hombre críado en la zona que había abordado la nave unos días antes y que hablaba con seriedad sobre cualquier tema como si su única preocupación fuera llegar e salvo al final de cada oración que expresaba constantemente cruzado de brazos, las piernas abiertas manteiniendo el equilibrio sobre la cubierta con habilidad inaudita....

Podría haber escrito todo eso y seguido por un rato pero mejor digo que tuve que estar más tiemp arriba de un avión y de un colectivo que haciendo lo que tenía que hacer. Estuve en la bella ciudad de Pádova y puder ver los techos de Venecia durante el aterrizaje y a mi lado un musulmán cumplió con la ablución menor o lavado ritual de cara, manos, pies y cabeza con agua invisible que brotaba del asiento de adelante y si, convengamos que es la primera vez que lo veo y algo de cuicui me agarró, pero bueno, enseguida comprendí que él también tenía miedo y que ante el inminente aterrizaje había decidio prepararse para ir en paz con un murmullo leve que parecía decir "no hay otro dios que Alá y Mahoma es su profeta". Por un momento pensé que era un obsesivo compulsivo.

2 comentarios:

Mariana dijo...

A mi me paso algo parecido pero en el medio de la histeria choca aviones contra edificios... y yo pense que ibamos a remodelar una city too.
Pero no.... el sr tenia mas miedo que yo.

amelche dijo...

¡Qué cosas te pasan!