Feliz día del Amigo aunque agarrensén que ya empieza a ser el 19.

Selecciono muy bien a mis amigos y ellos también han sabido seleccionarme de entre la marabunta de imbéciles que pueblan la tierra. El proceso de selección varía de persona en persona pero consta de tres pasos básicos: inscripción, relevamiento de datos, feroz olvido de todo lo antes mencionado.Si no me hubieran seleccionado la verdad que no me sentiría bien entre esa gente que te elige como quien compra un florero que le rime con las monstruosidades ampulosas del living.En cambio estoy más que seguro que a mis amigos no me han elegido porque no les quedaba otra si no porque quisieron no tener otra opción en el pan y queso.
Por supuesto que amigos son los que van quedando como un pelotón diezmado de Combate mientras algunos mueren, otros desaparecen, otros te dejan en un subconjunto clase B conformado entre la yuxtaposición de dos conjuntos de los que no alcanzarás nunca a abarcar la totalidad de sus elementos y otros, definitivamente, han decidido cortar por lo sano y ya no hablarte. Que la amistad tiene esa ventaja sobre otras formas del amor, que es la de poder irse un día y figurar solo en la guía o como una sombra gris en la lista del Messenger, porque no hay que dar la cara ni mirar a los ojos y decir "ya no" si no confiar en el mecanismo básico que controla el ingenio y que es la tolerancia. Hasta el último momento un amigo te deja ir y te espera, no como el perro de Ulises, si no como un juguete descompuesto al que le falta un resorte, ese resorte, ese hecho a mano y no uno genérico importado de Hong-Kong.
Al menos para mi funciona así. Aunque hay cada hijo de puta suelto.
Vamos a la estación.