Este dedito se fué al hospital.

1) Me rompí el dedo chiquito del pié derecho de la pierna derecha. Esto, que poco le puede interesar al mundo y menos a la Betancour, es para mi una desgracia atroz, que no atrás, ya que me deja impedido para proseguir mi preparación atlética en vistas a la próxima maratón de 8Km en la que me había anotado.
Mi problema no es que sea torpe, si no es que además calzo 45, lo cual es un gran desafío a la hora de maniobrar por los límites de la realidad humana que, al contrario de la naturaleza, abunda en líneas rectas, diedros, poliedros y poliandros.
En realidad siempre calcé 45, ya de esperma digamos. Cuando era chico la gente me pisaba y me hacía chistes tipo "nene, con un kayak nos alcanza", "pibe, vos si que no te caés fácil" y otras varias vivezas por el estilo que demuestran el genio humorístico de nuestro heterogéneo pueblo astuto hasta la manija como pocos, excepto el nigeriano.
Hace poco llevé unos zapatos a arreglar y el zapatero al devolvérmelos me dijo "acá tenés, ya podés cruzar el río".
Pero ahora ya no soy un pibe, ahora soy una especie de gorila lomo plateado, el increíble Hulk permanente de mi enclenque pasado azul pálido más que verdoso. Así que me calenté y le rompí todo el negocio y le dejé cinco pesos de propina, una sonrisa sardónica o una sardina sonrósica, la que vos prefieras.
Eso si, a mi sí se me rompen los pantalones.

2) He realizado una búsqueda en Google y los imbéciles que nos rompemos y dislocamos el dedo chiquito o "pinky toe" somos legión. Una legión de rengos que avanza a paso firme pero vacilante, un poco para allá ahora, ahora un poco para acá, como para compensar la deriva.
Mañana capaz que te toca a vos.

3) Que nervios, si quieren escuchar, escuchen. Gracias a Florencia por invitarme a su programa. Y acá se detiene el autobombo, como dice Spindoctor. Bájense el mepetré:
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