La ley rosarina de Frío-Parlante y mis zonas erróneas.

1) Me gusta leer las cartas de los lectores al diario La Capital de Rosario. Disfruto escuchando los llamados al programa de Lotuf en Radio 2, también de Rosario. Me encanta leer los comentarios de los lectores de el diario La Nación; me encantó leerlos hoy sobre la noticia de Fidel Castro resignando al poder (bah, al título) y me encanta ahora leer los comentarios que dejan los lectores en los foros de discusión o en las noticias del ya mencionado diario La Capital adonde todo termina siendo una cuestión Newell's-Central, lo que sea, todo termina en esa dicotomía localista. A veces pienso que es como una especie de maelstrom que se engulle todo, que todo lo hunde y lo vomita hecho hilachas. No hay cosa en Rosario que no termine así y ya no sé si es malo o bueno pero a veces rompe los huevos. Es como la ley de Godwin, esa que reza que en una discusión sobre cualquier cosa alguien inevitablemente termina hablando de Hitler o los nazis. Creo que se llamará a partir de ahora la Ley de Coloso-Gigante o del Frío-Parlante, Sin Aliento-Polar o mejor aún la Ley de Motonet. Pero claro, esta ley es sólo válida en Rosario, adonde hasta la ley de gravedad se tuerce y las cosas caen de costado, como en esa grotescamente divertida Casa de Casper en Córdoba adonde te llevaban en el "viaje de estudios".

Lo que me gusta de las cartas de lectores y de los llamados a la radio es que da la impresión de que se intenta arreglar los desbarajustes y problemas del barrio, ciudad, país y mundo a través de estos canales. Mucha gente llama al programa de radio diciendo sobre, por ejemplo el calentamiento global, "Lotuf, por favor hacé algo".
Las cartas que más me gustan son de aquellos que firman con un número de L.E, libreta de enrolamiento. Me hacen acordar a mi abuelo y a testigos de una era ida y agotada que protesta frente al final de sus tiempos. Muchas veces con razón, pero ya ni leemos ni escuchamos.

2) Hoy tuve la primer lección de conducir para pasar el test. El tipo, que parece el hermano más chico y flaco de Poncharelo, me tomó un riguroso simulacro de exámen y se la pasó marcando cruces en la planilla; yo pensé que estaba jugando a la batalla naval. Al final me dijo que se nota que me pongo nervioso, que soy un buen conductor sin embargo mi lenguaje corporal se cae a pedazos por los nervios y no transmito mi capacidad y que, finalmente, mi gran problema es la velocidad y que me tiro a hacer maniobras casi sin mirar. Osea, que manejo como un sacado. Pero qué querés tritrí si aprendí en la escuela de la vida, la yeca!
Tengo un mes para arreglar todo esto y ya me llamé a reunión de consorcio con todos los aspectos motonéticos de mi personalidad. Juicio sumario y ejecución sin venda ni cigarrillo a mis zonas erróneas.