El ciclo de los Oscars

Hola, soy Jason Bourne, creo. Soy el monógamo viudo asesino con complejo de culpa. Me mataron la chica pero juro que me vengaré.
Ya estuve practicando porque a ver si pierdo mis habilidades, así que me compré una cinta para correr y no dejar rastros en algún gimnasio.
También me compré una renoleta sin airbag para pistear acá a la vuelta al lado de la vía. Gracias a dios me hice el curso ese en el Instituto McGyver, ahora te puedo hacer papilla con una tarjeta de socio vitalicio del C.S.y D. Leña y Leña o una Condorito enrollada mientras te doy cortitos así con el codo.
Sigo en forma, teneme miedo, hace tres años que ando dando vueltas porque se me perdió el pasaporte pero el otro día me la puse con la moto y salí entero, rengueando, pero a las tres cuadras ya me había recuperado. Dejé la moto ahí porque tengo la patente atrasada y no quiero tener quilombos y menos ahora que ya sé adonde está el tipo que me la mando guardar. Así que agarrate, porque te juro que cuando te agarre te van a tener que hacer un ADN mitocondrial para reconstruirte la identidad, desgraciado. Es más, tengo tu clave del Messenger y me estuve haciendo pasar por vos porque también soy hacker, fijate ahí en el dossier (archivo) de la CIA si no me crees. Si te llega una factura de Amazon por un libro "El arte de hacer velas" ya sabés quién fué.
Ahora casi estamos a mano, te tengo cercado, pero cuando te tenga a tiro no me va a temblar el pulso. La vereda es pública y a mi, Jason Bourne (creo), nadie le pincha la pelota. Metafóricamente hablando, claro.
O si querés te lo digo en cinco idiomas, así te queda bien clarito. Teneme miedo, yo sé lo que te digo, teneme mucho miedo.



Era esto o una crítica standard de la película que me dejó dando vueltas la camiseta.