Seeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!

Luego de haber sufrido la indiferencia, la condena y el escarnio por parte de la comunidad cientifíca. Luego de habeme sentido menospreciado, injustamente vilipendiado y ridiculizado hasta el límite de lo indecibe. Luego de haber experimentado el más amargo de los rechazos y la más hiriente de las burlas ante mi anunciado hallazgo de una de las especies más buscadas por la criptozoología.
Luego de todo esto, decía, he dado con las pruebas fehacientes, este mismo día, que me permiten rebatir todo planteo negativo y esclarecer la más escéptica de las dudas.
Finalmente he logrado conseguir pruebas palpables e irrefutables de la existencia del elusivo Conejo Negro Gigante de las Alturas de Parkmore, aquel que anunciara años ha y que me causara desde entonces el sufrimiento antes expuesto.
La paciencia es la madre de todas las virtudes dicen y con razón. La espera ha dado sus frutos y hoy mismo bajo inesperadas condiciones climatológicas ideales, adelantándome a avezados cazadores y hombres de safari, he podido acercarme a escasos metros de la mítica criatura y capturar su efigie en material fotográfico.
Hoy mismo he dejado Parkmore y, en habiéndome comprado un traje y peinado la testa con Glostora, me dirijo raudo al edificio del Instituto de Ciencias de la Naturaleza y Afines para presentar testimonio y conseguir fondos para una nueva expedición que, espero, nos permita capturar un individuo vivo y sano para su posterior estudio, el cual estoy seguro contribuirá grandemente al avance de las ciencias y del patrimonio del conocimiento del hombre en este desafiante campo que es el estudio del Conejo.
Viste, no todos los conejos salvajes son pardos.