Má que se yo

Lo que hago ahora si no tengo un tema preciso es directamente escribir lo que me sale.
Cuando era pichón escribia poesía, después se me secó el pozo y ya no pude escribir nunca más y no se porqué. Pero ahora con lo del blog, más allá de la distinguida clientela que lo adorna con su cálida visita, he recobrado esa capacidad perdida del encéfalo.
Por años sentí que me faltaba algo, que tenía un vacío adentro del marote que sólo podía llenar con salamines picado fino. Ahora con el blog lo he recuperado, como dije. Estoy todo el día pensando en qué escribir, o cómo escribir, o disfrutando de los destellos ocasionales de las musas que destellan y escupiendo renglones enteros de prosa salidas de la nada, sin ninguna utilidad.
Hablando de utilidad también podría hablar de calidad y gusto, pero sé que si quedo contento con eso alcanza, el aplauso del público inmediato es innecesario aunque contradictoriamente ansiosamente bienvenido. Supongo que es como el que tiene un hobby horrible, lo importante es el hobby no la cara de asco de sus allegados mientras se atragantan con el canapé.
Vanitas Vanitatum et omnia Vickvaporum.
Pero eso no quiere decir que no afane, claro, como parte del proceso creativo...

Un cacho de cultura:

Hoy, leyendo un diario argentino, encontré esta palabrita "enjundioso". Ido al diccionario, encontré que significa algo que tiene substancia y que enjundia vendría siendo gordura, substancia, fortaleza, vigor, etc, que en última instancia proviene del latín "axungia" que era la grasa para el eje.
No sé qué me sorprende más, que un periodista ande usando esa palabrita de ignoto e inesperado origen cuando bien podría haber utilizado cualquier otra palabra (más vanidad) o que los romanos hayan tenido grasa para ponerle a las ruedas de las bicicletas.


Sacado de Radar en Página/12, porque me gusta lo que dice:

"...Esa selección ha ido extinguiendo los modelos de animismo, en favor de modelos de magia, chamanismo, politeísmo, monoteísmo, hasta que hace muy poco tiempo (tres o cuatro siglos no son nada evolutivamente hablando) ha dado con el modelo de la Ciencia Moderna que, así tomada, no es más que el último modelo de la manera humana de interpretar el mundo en el que vivimos. Consiste en explicar sin invocar milagros, revelaciones, dogmas ni al Principio de Autoridad por el cual algo es verdad o mentira dependiendo de quién lo diga (la Biblia, el Papa, el padre). Un bioquímico no dice: “Este proceso tiene siete pasos, cinco operados por enzimas y dos milagros”. Tampoco afirma que algo es cierto porque se lo confió Fulano, que es Premio Nobel de Química. Mucho menos pone en la Introducción de su artículo “Este trabajo se originó en una revelación que San Mondongo Mártir le hizo a nuestro director”, así fuera cierto que a su jefe le surgió la idea mientras rezaba en un templo..."