Tarea, la espada en la piedra y un fin de semana relámpago.

Intente escribir algo pasable, potable, digerible por los sistemas
que digieren de la mente del lado de adentro del cráneo pero sin usar
las siguientes palabras:
Mujer, piel, flor, verde, roca, azul, amor, ojos, manos, marcha, batalla, espada,
sangre, niebla, mar, escudo, nave, barca, barco, madero, árbol, verde,
musgo, aroma, humo, guerrero, muerte, coraje, hierro, acero, serpiente,
colina, ajedrez, reyes, bermejo, pez, ciervo, roble, fresno, cielo, hierba,
pais, lejos.
Eso para empezar.



Cierta vez mi padre tuvo que emigrar a la fabulosa región del Piemonte.
Sin querer empezamos a repartirnos los despojos y las responsabilidades
con pasión fantasiosa y adolescente como tal vez hayan hecho los generales de
Alejandro.
La discusión fraterna se centró en un cuchillo de mediocre factura.
Mi padre le había mejorado su mango con madera de quebracho aceitada
y le había adosado la insignia del Regimiento San Marcos donde había sido
alistado su padre después de la rendición italiana a los aliados.
Paren, protestó, paren un poco que no me morí todavia.

Muy linda Toledo, muy linda Madrid.
Ahora ya tengo mi propio cuchillo con madera de olivo.
Haz de cuidarlo, hijo mio... o te reviento.
Acá van algunas fotos.