Enciclopaedia Universal DMG: Historia de la humanidad - Fragmento


"...Los antiguos ya prefiguraban el universo circular y creían fervientemente en el hipertexto y metatexto, aborrecían del intrascendente pié de página y asignaban caracter divino a la escritura haciendo equivaler cada palabra a un mundo y cada libro a un universo; conectar estos mundos era, entonces, el equivalente a un Stargate primitivo pero sin el actor de McGyver.
Primero empezaron los egipcios, esos pelados decadentes, encapsulando un glifo en un "cartouche" y, practicando un orificio o agujero en el papiro sobre esa misma palabra
pasaban una piola que aseguraban con un nudo mientras el otro extremo iba a parar de la misma suerte a otra palabra en otro rollo de papiro, quedando de esta manera interconectadas.
Un monje podía así leer en un rollo del palacio, por ejemplo, "Kinotón, comprame dos kilos de venda para momia", constataba que la palabra "venda" se hallaba encartuché y procedía a seguir la piola hasta otro rollo donde se detallaba consecuentemente "listón de tela que sirve para envolver momias o tobillos" y, al comprobar que de la palabra momia, de este nuevo rollo, partía un nuevo segmento de piola hasta otro rollo, lo seguía con finos pero seguros dedos y se encontraba con otra pieza de texto "muerto que se envuelve con vendas...o mi suegra", y así continuamente ad finitum hasta que ya no quedara ninguna duda sobre el contenido del texto.
El problema, obviamente, era la cantidad de piolines de hilo sisal que se cruzaban como un inmenso plato de fideos primero
en la sala de un templo luego, al extenderse el prestamo de volúmenes, entre diversos templos y pirámides y, por último, entre ciudades del alto y bajo Egipto.
La única ventaja de este mecanismo era la casi imposibilidad de robarse un libro ajeno al estar prohibido cortar piolines según real edicto, aunque
nunca faltaba el vivo que deshaciera un par de nudos y los dejara atados a un obelisco, a la cola de un pobre pero sagrado gato o a un barrilete, novel y volátil invento.
El enredo de piolines alcanzó tal proporción que la genial invención tuvo que dejarse de lado. En el día IV del mes del Escarabajo Pelotero a las tres de la tarde cuando todo el mundo dormía la siesta, para minimizar el impacto, se procedió a cortar todos los piolines de todos los volúmenes en papiro del reino para ya nunca más volver a intentar algo parecido en muchísimo tiempo.
Había muerto el uso del hipertexto jeroglífico pero
se había inventado así, sin querer, el primer telar y la primer suela de alpargata.

Casi contemporáneamente, en el lejano oriente, los chinos alcanzaban a la misma idea pero con una mecánica un tanto más elegante si se quiere, pero de consecuencias mucho más dramáticas.
Intentaron primero la misma técnica que los egipcios pero con transparentes fideos de harina de arroz prefigurando así la cristalina longitud de la fibra óptica,
lo que les permitía tener una relación multiple de corta duración hasta que los elementos acabaran con la putrefacción de la conexión.
Luego llegaron a
utilizar hilos de seda. Acabaron entonces , por el mismo fenómeno mediterráneo, inventando el pañuelo ya que las distancias debían ser, por la fragilidad del filamento, mucho mas cortas.
Pero, al contrario de los egipcios, los chinos dieron un paso más adelante. Inventaron el hipertexto humano. Así subrayaban una palabra y le asignaban al mismo tiempo un chino o individuo que debía llevar inscripta la correspondiente secuencia de ideogramas sobra la camiseta, como una especie de sponsor literario. Cada chino hipertextual debía recordar su asignación al otro texto. Surgieron de la noche a la mañana en la que sería la primera explosión demográfica en Asia, fundadas junto a los recintos de las grandes bibliotecas, ciudades enteras de empleados hipertextuales.
Las habitaban cientos de miles de invididuos que debían recorrer la distancia entre un libro y otro cada vez que les fuera requerido.
Las crónicas registran la preocupación del Emperador
que llegó a dudar de que le alcanzara la gente para andar relacionando las miles de lenguas del imperio con los miles de caracteres en tantos otros miles de diccionarios, de volúmenes de inventario real, de arrebatados poemas y cuentos, de tratados, de recetas y de compendios. Preocupado enunció en un suspiro al cantar el ruiseñor junto a su ventana: Hacía falta tanto chino para conectar tanto texto....
Llegó
otro momento en que la misión de cada hombre se amplió a más de un caracter y su deber se amplió a aprender de memoria una cantidad múltiple de términos. Fué asi como China se convirtió en la primera civilización alfabetizada de la humanidad.
Pero hubo una dificultad que nadie había previsto, el retraso de los monzones en el año del dragón de cuero y la natural tendencia de esta nación a la exageración, a la hipérbole y a la mentira. Al faltar las lluvias faltó arroz, al faltar arroz hubo hambruna, al haber hambre mermó la población y al suceder esto se perdieron los vitales vínculos entre textos.
Cada hombre tuvo que, de pronto, hacer la tarea de otros cuatro. No hubo tiempo de memorizar, no hubo manera de admitir el problema ante el iracundo Emperador y cada
superviviente comenzó a inventar lo que pensaba era lo correcto para aquel libro que jamás tendría tiempo de leer.
Así se arruinaron las recetas culinarias y colapsaron
los puentes sobre el río Amarillo al ser falseados los valores de resistencia del bambú, se inventaron pruebas en los casos que la justicia había dado por sentado, se inventaron héroes, seres fabulosos, remedios para los males más extraños, se improvisaron nombres para regiones nunca antes visitadas, se echaron flotas al mar que nunca llegarían a destino con barcos que nunca flotarían, se malogró por un tiempo la confección de petardos y cohetes y se reemplazó al tenedor por el palito al tergiversar un volumen sobre buenos modales en la mesa.
De estos años datan la creación del pérfido I-Ching, de las modificaciones imperecederas del horóscopo chino y del libro de la Guerra de Sun-Tzu,
ampliado y exagerado en base a un reglamento de un juego que sería el origen tanto del TEG como del sapo..."

3 comentarios:

Malen dijo...

Qué genialidad!! Me imaginé a todos los chinos corriendo de un lado al otro y armando mucho lio, porque ni entre ellos se entienden, jeje. Y me rei muchisimooooooooo! Juax43

Luciano dijo...

Gracias Malen!

amelche dijo...

¡Pobres chinos! Y pobres egipcios también, con tanto lío intertextual.