Tinta china.

El poeta de la corte traza el grafo de la luna y al tiempo que se impregnan las fibras y la tinta rompe el papel de arroz, la luna aparece rosa y tenua sobre las colinas. 
El poeta dibuja toda la noche, símbolo por símbolo describe el paso circular de las estrellas y el retroceso aparente de los planetas, el sonido de las nubes al cubrir la luna, el silencio de los grillos, el calor de la piel detrás de la seda en la sala de las concubinas.
Al amanecer desfallece sobre la mesa de trabajo, la mano acalambrada alcanza a terminar una frase de rocío fresco, escalofrío y anhelo del té.
Los guardias tienen que romperle los dedos para sacarle el pincel y lo arrastran, hacia el cadalso, con las piernas cruzadas.


2 comentarios:

gaby, desde bélgica dijo...

Me gustó, muy lindo este cuentito.

Luciano dijo...

Me alegro, muchas gracias Gaby.