Navidad eterna

Creo que ya escribí sobre esto. Hoy 21 de Diciembre es el solsticio de invierno en el hemisferio norte. Es la noche más larga, el día más corto y el momento cuando las tinieblas del mundo empiezan a retroceder volviendo la esperanza a los humanos que dependen tanto del sol. Pero, como he dicho y como se sabe, 5000 años atrás eramos tan conscientes de esto que construiamos calendarios y monumentos para conmemorar el evento.
Monumentos como, en Irlanda en este caso, el de Newgrange, donde los primeros rayos de sol (si no llueve) del solsticio entra por una ranura sobre la puerta y recorren lentamente el corredor principal de la tumba e iluminan el interior, el mundo de los muertos.
Por eso no es casualidad que la Navidad se celebre en una fecha tan cercana a este evento astronómico que ha sido observado y celebrado en casi todas las culturas humanas.
No se puede tapar el sol con un dedo, pese a la promesa de inmovilidad y aunque el sol se detenga por un momento, no habrá fin de mundo, no caerá el cielo sobre nuestras cabezas, no se abriran las puertas del infierno. No hasta que el sol se muera.