Cuánto cuesta un agujero negro?

1) No sean mal pensados, es la ciencia quien podrá responder esta gran incógnita, cuánto cuesta hacer un agujero negro? Más o menos 600000 millones de dólares. Esto es espectacular, podemos resolver el tema de la basura a nivel planetario, mandamos todo para Suiza y lo tiramos al vórtice espacio-temporal. El problema es si la basura viaja al pasado, vamos a empezar a encontrar cajitas felices en las ruinas de Pompeya y condones usados en el Museo Histórico Provincial Julio Marc de Rosario, pero del lado de adentro.
En cambio, si la basura viaja al futuro, podremos así forzar a nuestros descendientes a viajar al pasado para rompernos la cabeza y así sacarnos la duda sobre la posibilidad de realizar viajes en el tiempo y de paso que nos traigan alfajores del futuro, que han de ser una maravilla, y que nos vayan cantando los resultados de las futuras fechas para rajuñar unos mangos al GranDT.
En todo caso salimos ganando porque lo importante es el día de hoy, carpe diem, vive en carpa por el día de hoy, no pagues el alquiler del día de mañana y Suiza seguirá siendo un paraíso del lavado y la limpieza, entre los salvatajes a la banca internacional con dinero de los contribuyentes para premiar a los grandes e ilustres fracasados y un mundo, por el momento, más limpio, que nos puede llegar a preocupar?
Toda nube tiene su borde luminoso por más negra que sea, dicen, y podríamos inferir que cada agujero negro en el universo es una huella dejada por una evolucionada civilización que ha apretado el botón antes de tiempo. Podemos elevar nuestros ojos al cielo y decir, con seguridad, que probablemente estemos solos pero que podríamos haber estado mal acompañados y rogar que podamos descubrir una fuente de energía inagotable, limpia y barata en el país de Heidi donde, al fin y al cabo, las hamacas cuelgan del cielo. Hemos de aceptar empero que ya la factura va a venir un tanto abultada.

2) Se celebrará en Galway desde el 25 al 28 de Septiembre del corriente año el Festival Internacional de la ostra, lo que no debe confundirse con el contemporáneo Festival de Cine de San Sebastián porque acá no entregan la Concha de Oro si no que te cuesta en oro, la ostra.
A pesar de su fama y de su cercanía geográfica con mi living tengo que reconocer que jamás he asistido al festival. Pero una vez, si, he probado ostras. Como los caracoles, un asco, un verdadero asco y no me da verguenza confesar mi tal vez evidente falta de refinamiento. Es como comer moco, tragarse un gallo del peor de los resfríos después de correr un colectivo y sentir que se expanden todas las concavidades pulmonares. Acá te queda la porquería esa atragantada, como una lapa del lado de adentro del pecho rascando la traquea y latiendo, swooooosh-swooooosh-swooooosh.
A veces pienso que los cro-magnon, que fueron los primeros homosapiens de Europa y que apenas conocían el fuego, comían cualquier cosa babosa que se arrastrara o no y que este gusto y afición ha quedado en los genes de los rubios locales. Si no no se explica tal dedicación a este tipo de alimentos, por más limón que le eches.

3) A veces estoy contento con mi cara pero las más veces no y me pregunto que podría llegar a hacer si un día, sólo un día, tuviera ésta: