Cuando se descubrió luego de un sencillo experimento y adjunta demostración al hombre que había sido William Shakespeare, es decir su reencarnación, se generó un gran revuelo.
Fué invitado a los mas prestigiosos (y no tanto) programas de televisión y las revistas especializadas en todo tipo de temas ofrecieron cuanto pudieron para publicar una entrevista única.
Los científicos publicaron sus reportes, los filósofos sus ensayos y los autores de libros de autoayuda y de horóscopos sus compuertas de escape o sus confirmaciones largamente sospechadas y convenientemente anunciadas.
Sin embargo William Shakespeare no tenía nada que ofrecer y tampoco había conquistado a su mujer de manera impetuosa trepándose a un balcón ni dedicándole más de un soneto encendido, ni uno siquiera.
Como dijo en su primer entrevista, creo que ya lo he dicho todo, y cómo, pero tampoco recuerdo mucho de lo que fuí por no decir nada, y si quisiera recordar algo de lo que escribí me bastaría con abrir un libro pero en castellano, que al inglés lo aprendí más bien de grande.
Naturalmente la gente y los medios olvidaron al hombre que había sido William Shakespeare, hasta que un día reapareció de la mano de un productor nostálgico.
Tampoco tenía nada para decir ni había escrito nada nuevo con lo cual la gente confirmó su impresión de que el tipo era más bien aburrido y que más hubiera valido descubrir a la reencarnación de alguien un poco menos tibio como algún actor cómico o algún político o líder con quien se tuviera asuntos pendientes que discutir, que esas cosas no se entibian ya sabemos por más que la sangre se diluya, que un agravio deja más huella que una carreta en el barro y una expropiación es la yunta que tira de ella.
Antes de retirarse alguien, en una de esas preguntas hechas por quien cree en los interrogantes impiadosos y originales en televisión, le preguntó si era feliz.
Si, contestó animadamente por vez primera, por qué, ahondó el interrogador olisqueando una veta de emoción más en la reacción del público que en el rostro del entrevistado, porque sabiendo que soy la reencarnación de William Shakespeare, dijo el otro apoyando las manos sosbre los muslos inquietos, tengo la certeza de que la muerte ya no existe.
3 comentarios:
...y asi un dia entendi que era lo que me faltaba en estos tres meses.
A mi me da la impresion de que me lo robe de algun lado, pero no estoy seguro.
Todo es afano.
¡Qué cosas se te ocurren! :-D
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