DMG e Hijo

Una de las cosas que distingue a los hombres de mi familia es la excentricidad, es decir que el ombligo no lo tenemos en el centro del cuerpo si no un poco más abajo, con lo cual no podemos ser ni astronautas ni trapecistas ni jueces de línea. La ciencia aún debe investigar cuales son las razones de esta variación anatómica.
También declamamos barbaridades en público sin que nos mueva un pelo, los calvos, y nos tiemble el pulso, los cirujanos. Los albañiles construyen desde el techo y desde el fondo de la casa los diseños de sus parientes arquitectos que han perdido la licencia y obran como maestros mayores, de obra, valga la redundancia, para no pasar a la clandestinidad. Los informáticos hacen programas de administración de oficinas públicas o virus para afuera, que es lo mismo. Tampoco podemos subir escaleras ni gritar gol ni publicar libros, así que probablemente no estemos en Google aunque sí nos han distinguido casas reales.
Cuando nace un varón viene el patriarca u otro y le otorga tres dones, un buscapolos, un molde de pizza y una finita paciencia orlada de ofuscación. Cuando nace una niña la matriarca le da un mango de sartén, un par de pantalones y un don a elección que ningún hombre entiende porque no tiene lógica.
Así que ya tengo preparado el molde de pizza y el buscapolos para el hijo por nacer que hemos visto hoy en una ecografía en el hospital de Galway en la semana 21 del proyecto.
Sanito aparenta, tiene un cerebro, un pulmón como todo el mundo (Mostaza dixit), dos riñones, veinte dedos, diafragma, anhelante corazón y un estóooomagoooo. Lo encontramos practicando kick-boxing subacuático y mostró sus atributos masculínicos en todo su esplendor.
Y dijo la ecógrafa, repasando el scanner, incrédula, este pibe es medio excéntrico. Ya sabemos, le dijimos, tiene que seguir el negocio familiar.


A ver, si no se entiende porque parece joda y el mensaje queda muy críptico: mi mujer está embarazada, semana 21, es varón.