Guitarra china vas a llorar.

1) La cosa es así, el lector asiduo de este humillado blog recordará cierta anécdota en la que mis progenitores dieronme a elegir entre piano o guitarra optando por el mamífero encordado porque no había que arrastrarla quince cuadras hasta lo de la profesora. Bien, recordarán mi inmediato, estrepitoso fracaso y mi expulsión de la academia de guitarra.
Hoy en un repentino pero friamente calculado acto volví a las andadas, me compré una guitarra barata pero bonita de manufacura china. Tengo Las Primeras lecciones de guitarra de Sagreras y millones de cursos gratuitos en internet y una motivación animal.
Espero en poco tiempo volver a reunir a mis parientes en círculo y demostrarles que esta vez sí, esta vez puedo tocar el Feliz Cumpleaños y también Zamba de mi esperanza y el Concierto de Aranjuez, entre otros.
En algún lugar de mi conciencia un joven y flaco Motonet sonríe y se refriega las manos pensando en los fogones que nos esperan.

2) En Irlanda la opinión pública se encuentra dividida en dos bandos: los optimistas y los pesimistas. Los optimistas dicen que la crisis se agrava por culpa de los pesimistas, y los pesimistas advierten que la cosa puede ser peor si los optimistas no recobran la cordura y adoptan cierto realismo antes de que se hunda el Titanic.
Yo estoy del lado de los pesimistas por una cuestión de tonalidad del alma. Igual, la crisis es buena, más crisis menos contaminación.

3) Dicen los chinos que cuando uno viaja el cuerpo se mueve pero lo que vendría a ser el alma se queda sujeta al lugar de origen. Por eso, pese al Aedes Aegyptus mi mente está en la madre de todas las ciudades, Rosario.
Entonces crecer es viajar y desde que uno decide el momento se queda el alma estacionada en un origen temporal determinado, intentando forzar un círculo. Por eso la guitarra.