1) Volví en el avión amarillo. Tuve diarrea todo el viaje. Este podría ser un post tremebundamente escatológico pero hagámosla corta, cortemos el chorro. Tener diarrea en un avión en un vuelo de 12 horas es más o menos como estar encerrado en un ropero con un oso pardo de 480 kilos, mientras el ropero cae desde un piso 19 a un mar infectado de tiburones y de esos pescaditos que se te meten en las partecitas masculinas. Algo así.


2) Los baños de los aviones siempre estan todos mojados, salpicados, el piso, el borde del inodoro, la puerta, etc. Parece que cada uno que entra lo manguerea de arriba a abajo con pasión urinaria. Lo peor es cuando entrás y te das cuenta de que se te acaban de mojar las medias.

3) Todo el mundo me pregunta cómo encontré el pais. Los de allá me preguntan cómo la veo, los de afuera me preguntan cómo la vi. Honestamente, la veo igual. Para mi, ahora, volver se siente igual que una licencia de servicio de las trincheras. Irlanda es la trinchera, Argentina es mi casa. Cuando se me termina el permiso vuelvo a la trinchera y extraño mi casa.
Es así, ponele que mi casa es una de esas viejas casa chorizo con un toldo podrido de lona verde y el techo partido donde crecen plantas parásitas, las baldozas apenas rosadas desteñidas por el sol, la pileta de cemento, el parquet ordinario, el medidor de la luz tocado. Argentina tiene muchas cosas de mierda como la burocracia impersonal y asesina, una justicia injusta y lenta, una policia corrupta y más peligrosa que cualquier ladrón, precariedad, pobreza, miseria, desigualdad, una clase media de mierda, una derecha zombi pero bien operativa, un peronismo polimórfico e hipócrita, caudillaje provincial, amiguismo, favoritismo, dedocracia, y un largo etc.
Nada que San Martín no haya previsto, nada que el Che no haya rumiado, nada que no tenga arreglo. Y ahí está el chiste.

4) Además qué me preguntan a mi si yo soy un pelotudo.

5) Acá puse algunas fotos: FOTOS PREMIADAS.