Sigo sin vender nada, no vendo nada!

Ustedes sepan que este kiosco tiene un problema con la mercadería. El proveedor dice que no le pagué pero para mi no lleva bien el temita de las facturas porque yo pago todo a tiempo.
En tanto y en cuanto si quieren comer porquerías con hongos se les hará el 35% de descuento ya que nadie lo hace.
Estaba pensando, y si yo me muero, los lectores del blog cómo lo saben? Debería haber una pulserita que, cuando uno espichase mandase a publicar automáticamente un post ya preparado de antemano. La Morteblog le pondría. También sería para Twitter. El tema es que yo me saco todo para ducharme así que me andaría mueriendo unz vez por mes y la gente se cansa. Aunque a lo mejor si digo que ví la luz hasta saco un libro.
La gente es una porquería, a lo mejor no todos, pero cuanto más viejo sos más te das cuenta que así como funciona en la sabana africana funciona en todo ámbito; uno es fuente de proteína, de tiempo, de paciencia, de energía, de recursos, que los otros intentan aprovechar y apropiarse. Para evitarlo en una medida que no nos destruya uno hace amistades (que no amigos) que son como alianzas en el TEG. El tema es cuando te rompen la alianza en la cara, cuando se supone que un amigo tiene que ponerse por uno y en cambio se va al mazo. En fin, uno es una isla, el resto de la gente es el mar que siempre sube, algunos nacen con un bomba hidráulica para achicar, otros con una cucharita.
Chau.

Nuevo post!

Me hube olvidado de promocionar el regreso estelar del blog común que tenemos María Inés et muá. Atención a la ilustración!

Ojos de Mermelada.

Saludos cordialísimos.

Más señores.

Resulta que un señor se considera pobre y efectivamente lo es hasta que se dá cuenta de que con el capital con el que cuenta puede abrir un puesto de choripanes en un país del tercer mundo con respecto al suyo.
Las materias primas son compradas en otro pais que es un tercer mundo del segundo por otro señor de ese país que recibe el dinero del primer señor.
Los dos señores se consideran enanos en sus respectivos paises pero gigantes en sus paises de inversión culinaria al paso.
En ese tercer país del sexto mundo hay otro señor que tiene la misma idea e invierte su pequeña fortuna que automáticamente lo hace un hombre de negocios respetable en otro país que está en el tercer mundo con respecto a su pais, que es un pais del primer mundo que es el tercer mundo de otro pais que es del tercer mundo con respecto a un primero.
Entonces se acaban los paises y los señores deciden juntarse y pagarle una cena al primer señor para homenajearlo y agradecerle con un diploma el que los haya hecho tan ricos en sus segundos paises.
Pero el señor les manda un telegrama pidiéndoles disculpas porque no podrá asistir ya que se ha dilapidado su fortuna del segundo país en el primer pais del primer mundo en una bicicleta y que encima se la acaban de robar de la puerta de la casa de la novia.

Piel curtida

Un señor se compra zapatillas nuevas y después de dos semanas de ampollas, dolores, etc, ya las tiene amaestradas, entonces para molestar nomás vá y se pone el par de zapatillas gastadas que lo reciben como a un viejo pariente que te maltrata pero en el fondo lo hace por tu bien y además uno sabe a qué huela la casa, una mezcla de café molido, orín de gato y olor a persona vieja y a portafolio de cuero descarnado marrón con hebillas oxidadas.
Se las pone y las zapatillas lo llevan a dar una vuelta por el pasado, porque lo hacen sentir como ha estado siendo este último año. Es un año nomás porque el señor se compra zapatillas una vez al año y si ha sido un buen año justo cae en su cumpleaños y si ha sido un mal año se las tiene que comprar antes y eso no le gusta porque eso le agrega días de desgaste al próximo par de zapatillas con lo que se incrementan las posibilidades de que el año sea, en consecuencia, peor. Pero nunca es después porque el cumpleaños es la fecha límite y no hay zapatilla que pase la fecha de retiro involuntario.
En fin, que camina, no para atrás si no hacia atrás, y se siente tan bien que vá y rescata otro par de zapatillas y sigue yendo hacia atrás donde hubo un verano mejor, entonces vá y abre un baúl de la nonna escrito con letras blancas donce dice " SOCIETÀ ITALIANA DI TRANSPORTI MARITIMI RAGGIO & CO" y encuentra un montón de zapatillas y zapatos suyos y la prolongación que estuvo buscando como loco el mes pasado y se los va poniendo , los zapatos baratos de la juventud con los que buscaba trabajo y acudía a las fiestas, las zapatillas de lona embarradas, unos botines exhaustos, lo mejor de la tecnología deportiva de la década de los 80 del Siglo XX, descolorida, descocida, remontándolo a un pasado color pastel donde siempre era el mediodía de la alegría porque las sombras del dolor y la miseria apenas mordían el borde de las cosas.
Al final camina por el asfalto en una cortada que dá a un paso a nivel, las piedras entre los durmientes arden pero no se funden y los rieles ondulan como lombrices resecas por la dispersión de los rayos lumínicos al pasar por el aire caliente que es una lente sin forma.
Se descalaza y siente cómo el cemento, no el asfalto, porque los bloques estan separados por líneas de brea, le queman los callos. Entonces se dá cuenta de que se acaba de quedar atrapado en el tiempo porque se acaba de sacar las zapatillas y la única solución es ir a esa casa con el timbre ya viejo de baquelita marrón y esperar que salga esa señora con las manos mal secadas de espuma de detergente que abre la puerta y le pregunta y él decide entonces que no tiene sentido en insistir siempre sobre lo mismo, que la verdadera inmortalidad no consiste en haber muerto por haber vivido si no en nunca haber nacido y con voz exaltada pregunta sabiendo que esa mujer siempre la ha sabido dar lo que ha necesitado más que lo que ha querido, señora, no tiene unas zapatitos viejos de badana?

Dinámica rural.


El problema en Irlanda es que aún en verano no hay muchos insectos y los pocos que hay son más bien bobos. Los bares, pubs y restaurants sufren las consecuencias porque no tienen cucarachas que combatir, ni azucareros con moscas atrapadas, ni cagaditas del mismo insecto que ensucie el mimbre, la madera o los cables de las lámparas. La gente cuando abre las alacenas no ve nada excepto pulcras y ordenadas cajas, los perros no se rascan ni se suspenden las clases por pediculosis.
Los niños apenas saben qué es la maldad porque no andan quemando ni pisando hormigas y tampoco saben lo que es el miedo porque nunca se encontraron una araña del tamaño de un perro pequeño adentro de una zapatilla un domingo a la mañana. Aunque las arañas no sean insectos serán, como dijo Sir Bill Bailey, doblemente traidoras, al género humano y al género que les dá de comer con sus seis manos.

Una picadura de avispa es una experiencia de alto riesgo que se puede comprar en el mercado negro (el que importa insectos ilegales) y la polinización se hace a mano con plumeros, deber nacional que todos cumplen en horarios prefijados de antemano por una comisión. Y esto no puede ser.
Así que el gobierno de la isla falto de divisas para comprar insectos a países más cálidos ha decidido crear un área con microclima, acá cerca nomás, que de lejos parece un Tupperware semiesférico dado vuelta. Es una granja hidropónica donde se crían bichos. Siendo uno de los pocos humanos con experiencia en manipular estos artrópodos ungulados se me ha ofrecido el cargo de Gerente General o Capataz y ya me encuentro a cargo de mis funciones con traje caqui, sombrero de corcho y botas hasta las rodillas, como un Horacio Quiroga más bien morrudito. Me asaltan las mismas locuras mientras controlo la producción de guano de mosca para embadurnar locales de comidas, ando con el Raid en la cintura, reviso la almohada de plumas de cisne del Shannon, filtro el arroz de gorgojos, levanto el morrón de la pizza a ver si hay una cucaracha abajo, me levanto en la madrugada y prendo la luz de la cocina a ver si salen seres disparados por el reflejo de huida delatados solamente por el arrastrar de patas en los cerámicos, reviso los zapatos antes de ponérmelos, me tapo los oídos con cera todas las noches para que no me pase la del descubridor de la fuente del Nilo, el Capitan Espeche, y no sé cuantos otros rituales de protección. Lo peor es prevenir el mal de ojo, ya que los muy taimados tienen ojos compuestos.

Otra cosa es ya el manejo económico de la granja, lo peor es la doma de cucarachas y la castración de algunos ejemplares de gusanos que se torna complicada porque hay que tener buena vista y mucho mejor tacto. La yerra también ha de ser efectuada de manera cuidadosa, sin querer hemos cuasi exterminado manadas enteras de pulgones. Para las hormigas hemos optado sencillamente por el tatuaje y la tintura química al darles pintura fosforescente con el forraje disminuyendo así la mortandad por pisada accidental, eso sí, sacrificando la natural coloración del animal que lo distancia ahora de su primo salvaje.
Lo mejor ha sido el exito rotundo en la confección de ponchos de tela de araña, aunque es dificil sacárselo entero o en un colectivo lleno, luce de lo más galano y pintón en las fiestas patrias.

Otros subproductos a saber son las botas de cuero de ala de escarabajo, tortillas de huevo de abeja con o sin miel, anzuelitos patita de mosca, cepillos de dientes de gata peluda, antenas de celulares de polilla, papel celofán de ala de alguacil y alumbrado público a luciernága, entre otros proyectos la mar de innovadores entre los que no se descarta la re-introducción en su habital natural del avispón verde, cuasi extinguido tras las cacerías de las planicies en épocas no tan remotas, ni la de la creación de nuevas especies como la Mantis Atea y la vaquita de San Cayetano, que además de pintona promete trabajo.

Y así pasan los días, un poco más alejado de los corrales y los piletones, de la camaradería con el gaucho irlandés que poco mate toma y por ende menos anda orinando aunque tenga más tendencia a quedarse dormido, lejos de la bravuconería de la hermandad masculina, la misma por la que tuvimos que anular la cría de hormigas culonas, de la fusión centáurica del hombre con el caballo, del hombre con la bestia, aunque un poco también es por la ciática de tanto andar agachado mirando el ganado que apenas repara en nuestra presencia, callado, rumiante, excepto por el canto alerta de la chicharra.

Crónica del viajero accidentado.

1) Por supuesto que el mundo de la literatura espera mi regreso, pasa que me estoy peleando con el vecino y estoy haciendo el duelo por el gato (vestido de leopardo con crespón negro), etc y la verdad tengo un mal humor de los cien y mil demonios y ya avisé en el trabajo que el que me mira cobra. Bah, no, pero bué.
Mi mundo es así, espero tener aliados en esto, por un tema de que últimamente me siento muy consciente de mi mortalidad vengo sufriendo sobremanera cualquier plan de volar, así que para el fin de semana largo que pasó nos subimos al auto y fuimos a Irlanda del Norte, que es como ir a otro pais porque tienen hasta otro clima más de miércoles que acá, usan libras esterilizadas y hablan chanfleado. Y en una de esas viene un auto de frente, contramano, volando y fuera de control como un bólido y yo de puro reflejo volanteo a la derecha y el auto que venía descontrolado vá y se estrella contra el vehículo que venía detrás. No murió nadie, pero quedó el desparramo de autos en toda la calle y las rodillas temblando por haber visto la chapa patente de la muerte. En ese pueblo los cordones de las calles están pintandos con los colores de la bandera británica, lo que quiere decir ques es muy mal lugar para ser "católico" y también para un argentino para venir a morir un 2 de Abril, dicho sea de paso.
En ese segundo pensé, se muere mi mujer, no hay ruido, se la puso al de atrás, zafamos. Así, eso es todo, no hay tiempo de nada, es brevísimo. Entonces fuí y me comí un chocolatín blanco y una mandarina y la vida continuó y quisimos ir a la piedra donde murió el Aquiles Irlandés, Cuchulain, pero en el pueblo de morondanga donde está no te ponen un maldito cartel y nos perdimos porque para mi los chacareros sacan los carteles porque no quieren turistas entrándole al campo y al final para qué querés ver una piedra en el medio del campo, después se me salió un limpiaparabrisas en pleno vuelo y me mojé todo poniéndolo, y terminamos en la histórica colina de Tara revolcados por el viento. En la colina está la piedra del destino donde se coronaba al Alto Rey de Irlanda, entonces la piedra gritaba tres veces, dicen, pero yo la toqué y no gritó, sólo gritaba mi mujer que vámonos de este lugar que me estoy volando, infeliz.
Nos fuimos y volvimos y, como corresponde, fuimos a comer a un restaurant hindú, porque la buena comida repara el alma antes y después de un viaje y sentirse en casa entre morochos no tiene precio.

2) Resulta que en música hay cosas que se llaman escalas, y las escalas tienen parientas relativas y paralelas mayores y menores, y de las escalas se hacen los acordes y de una escala a la otra se pueden intercambiar acordes para cambiar la tonalidad de la escala, hacerla más triste o más alegre, lo que sea, no soy experto, pero el tema es que en uno de los ejemplos mostrados de la así llamada harmonía paralela era una partitura de de una pieza de Debussy, La catedral sumergida (La cathédrale englutie) que se inspira en una leyenda de la Bretaña francesa sobre la ciudad sumergida de Ys que habla de una catedral que se levanta de las aguas ciertos días, entonces se pueden escuchar las campanas, el órgano, las voces de los monjes. Imaginar ciudades allende el mar, bajo las aguas, dicen que vienen de un recuerdo colectivo humano de cuando subió el nivel del mar después de la gran glaciación. Puede ser, pero qué mitos y leyendas dejaremos ahora a nuestros sucesores cuando se levanten una vez más las cotas sobre las costas? El casino de Mar del Plata que a veces se levanta de nuevo y se puede escuchar la voz fantasmal de un croupier anunciando "noooooo vaaaaa maaaaaaaaaaasss!??

A ver si escuchan la catedral :