La muerte de un extraño.

Juan Carlos es argentino pero vive en Europa, trabaja para una empresa norteamericana que hace poco ha absorbido aquella para la cual ha estado trabajando los últimos años. Cambio de nombre, cambio de algunas caras, pero por ahora la sensación de seguridad se mantiene; sabe que no hay otra cosa más efímera en estos tiempos, la palabra recesión se imprime en los diarios cada día.
Esta empresa cerró uno de sus departamentos en la Patria Madre (de la empresa) y contrató los mismos servicios pero externos, lo que en la jerga se llama tercerizar, a una empresa radicada en Bangalore, India.
Entre este lugar de Europa y la India hay seis horas de diferencia y entre un argentino y un hindú, más allá del eventual parecido físico, el único punto de contacto es la lengua franca del momento con sus fluctuaciones gramaticales y de acento inherentes a la matriz de la lengua madre al que cada interlocutor está acostumbrado; un argentino puede ser muy vago en su pronunciación obviando matices a mansalva y un hindú podrá difícilmente despegar sus labios, generando una especie de cantinela o mantra en voz baja casi imposible de descifrar. Pero la mente se acostumbra, modula y demodula, filtra, quita ruidos, purifica y entrega el telegrama justo a tiempo para evitar cualquier conflicto.
Buscando una comparación básica podría decirse que se ha intentado cambiar un piñón de cambio a una bicicleta en movimiento y, además, un piñón con la cantidad incorrecta de dientes.
Finalmente, luego de un año, un empleado de la empresa hindú renuncia y le pide un favor, via email, a Juan Carlos: que redacte un email con una valorización, con un listado de los puntos favorables y no tanto sobre su persona para poder así tener una mirada diferente sobre su capacidad como empleado, como técnico en vistas a mejorar y a orientar mejor su preparación.
Juan Carlos primero se sorprende pero después reconoce el haber estado trabajando, dialogando, construyendo cada día con esta persona de quien sólo conoce su extraño, largo y casi impronunciable nombre.
Se toma un día para responder, no tanto como para dar la impresión de haber estado reflexionando, si no porque ya tiene una imagen formada a la que nunca antes se le había ocurrido condensarla y plasmarla por escrito, menos aún en otro idioma. Teme que la jerga propia del entorno se le cuele en el discurso y así sucede, pero intenta darle un matiz un poco más personal, cálido y amable, como a él le gustaría leer una concisa descripción a nivel profesional sobre si mismo.
Envía el email y espera. La rutina del trabajo le hace olvidar y luego, horas después, vuelve y abre un diario en Internet, sólo por un minuto para evitar un posible despido y lee:
Nueve Explosiones en cadena sacuden la ciudad de Bangalore, la capital tecnológica india.

El director que llevamos dentro grita acción y un joven ingeniero hindú comienza a caminar por una calle atestada de gente y de olores, pasa su vista por las mesas del mercado adonde se apilan pirámides multicolores de especias y de frutas, todo es un océano de voces, de manos, de telas, de camisas blancas sueltas empujadas por el viento y el calor abruma las frentes de los hombres. El ingeniero carga una bolsa de plástico con frutas en una mano y cruzado al pecho con una correa un portafolios con el portátil conteniendo el texto de Juan Carlos listo para ser impreso.
Es viernes, seguramente el lunes reciba, Juan Carlos, una respuesta.

7 comentarios:

Malen dijo...

Qué raro que es sentirse como Juan Carlos, y querer esperar un dia para comentarte, y saber que no se puede. COPYLEFT!!!

Luciano dijo...

Desucbrí un par de errores gramaticales y de número, después los arreglo...:)
Copyleft?

Malen dijo...

Copyleft=Muy bueno!!

Mariana dijo...

Que cosa la vida que nos toca (deben haber dicho lo mismo las gentes hace 100 anios). Esto de manejarse diariamente con gente que esta desparramada en todo el mundo... que se te cuelan en la vida por una gran parte del dia, todos los dias...hasta le tomas carino... hasta que un dia, asi de la nada ...chau.
A mi me paso algo parecido cuando trabajaba siendo un Juan Carlos digamos.... y hablaba con gente en Australia diariamente. Ya nos entendiamos, nos gastabamos con los mismo...eramos hasta amigos mira... y un dia, desaparecio. Hasta lo extrañaba al tipo.

Es como que usted desaparezca mañana...

Luciano dijo...

Malen:gracias.

Marian: si, podemos construis vinculos con gente a la que nunca vamos a conocer en persona.
Igual antes de desaparecer hago un asado virtual, no te preocupés :)

Galo dijo...

Alguien dijo asado?

Daniela Lucena y Gisela Laboureau dijo...

muy bueno Luciano.