Bicicleta

Hay una foto que extraño. Espero encontrarla en casa de mis padres. Es de mi hermano y de mi saliendo de casa en bicicleta rumbo al colegio. Su bicicleta roja y blanca que pronto sería robada y la mia, amarilla y negra, flexible como una caña, eficiente y serena.
Si era tan ingenuo que pensaba que alguna chica me miraría por como agarraba las esquinas. Así me fué.
Andaba tanto en bicicleta que un día hasta me quedé dormido y desperté abajo de un auto estacionado.
Todo era la bicicleta. Era como un tártaro en su pony y cuando me sentía solo, más sólo que un tártaro en el desierto salía a andar en bicicleta a ninguna parte para estar más solo pero andando y viendo, llenándome de pelusas de plátano la superficie oscura de los ojos, rebotando como un loco en el adoquinado de San Martín al fondo, Uriburo, 27 y Pellegrini, media vuelta después que ya eran las treinta cuadras.
No tenía grasa, no tenía cansancio, respiraba como un caballo flaco por la boca en el invierno y el corazón era cercano, un tambor, pecho liso de cuero, bronce y transparente.
Era joven un árbol joven y simple, me esperaban cien estaciones y las esperaba ansioso.
Imaginaba que era un correo y buscaba una ciudad con escaleras de piedra para llegar y caminar con el mensaje impostergable en la mano, mirar a esa mujer con una canasta llena de naranjas y mojarme la frente en una fuente mientras me esperaban allá arriba, mientras me demoraba en sus piernas.
Nada de eso hay en Rosario.
Y un día de carnaval en una calle con zanjas muertas, a cambio de mojarme de arriba a abajo una chica me gritó al pasar detrás de un paraíso llovido "chuuuuuurro".
Y salí disparado.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué lindo relato. Recordé las siestas de cuando era chica; mi hermano y la cuadrilla de amigos en bici. "Todo era la bicicleta" decís y es cierto. No sé cómo no se les ocurría dormir con la bici. Nosotras andábamos también pero menos. Nos gustaba más mirar cómo agarraban las curvas :p
El piropo "churro" me parece propio de los labios de la negra María Fiorentino.

el gato utópico dijo...

Comparto con Venusina... qué lindo relato! Lleno de nostalgia por aquellas cosas simples, chiquitas... pero llenas de afectos. Mi primer bicicleta la hizo mi abuelo con un montón de fierros viejos. La pintó de amarillo y negro como mi querido Peñarol. "...qué churro!!!" no fue justamente andando en la "chiva" como le decimos nosotros a la bici, "churro" ese piropo habría que reflotarlo... no? Un abrazo.

Porteños en Ginebra dijo...

No estoy seguro, pero creo que la mia era roja. Me la trajo mi papa, claro, rodado 28. Yo gustaba de andar sobre el verdin que crecia bajo el agua que corria junto al cordon de la vereda. Dos por tres me rompia la crisma. Nunca nadie me grito churro.

Gracias por el relato; muy Sorianesco, muy 'cuentos de los años felices'. (Esto es un elogio, que quede claro.)

amelche dijo...

Me recordaste esos veranos en el chalet del campo cuando mi hermano y yo íbamos a por el pan a la tienda en bicicleta, recorríamos todos los caminos pedregosos y polvorientos (hoy asfaltado) haciendo carreras o hablando con los walkie-talkies, precursores de lo que luego serían los móviles y más baratos además. "Caballo veloz", llamaba yo a mi bicicleta nueva, porque corría más que la anterior, más pequeña.

Hurricane dijo...

Uff, me hiciste recordar mi vieja y querida Legnano

Menta Ligera dijo...

Sencillamente maravilloso. Que lindos recuerdos.

Bea dijo...

Me acuerdo cuando me regalaron la bici con asiento banana...yo creia que era lo mas, que no habia forma de que fuera mas feliz. Creo que era verde agua y blanco...si, yo tb quede envuelta en recuerdos de infancia, de barrio, de esa vida sin internet, con poquita tele, sin ipod y toda la parentela pero que la pasabamos tan bien che!